El fin de la odisea: sobre el viaje del héroe y la imposibilidad del hogar en el capitalismo
El fin de la odisea: sobre el viaje del héroe y la imposibilidad del hogar en el capitalismo
| Ulises burlándose de Polifemo, pintura al óleo de 1829 de Joseph Mallord William Turner |
Vivimos tiempos de reacción, de fascismo, y la cultura no deja de enseñarnos las caras más pesimistas de esta estética de lo pasado como algo mistificado y mejor. Sin embargo, hoy nos desplazaremos del análisis estético al narrativo, hacia un mito que es también un cuento, y que en realidad encierra un deseo humano amplificado por la literatura desde hace millas de años: el viaje del héroe.
Ese viaje comienza, para la tradición occidental, con Ulises. No porque sea el primer aventurero (ese peso es posible que recaiga en Gilgamesh, protagonista del poema sumerio) sino porque en La Odisea se condensa el modelo de pérdida, lucha y retorno que estructura toda narración heroica posterior.
El itacense Ulises, para quien no lo sepa, era el rey de la isla de Ítaca, situada en el mar Jónico frente a las costas del noroeste de Grecia. Cuando la guerra de Troya se inició, fue uno de los reyes convocados para luchar junto a los aqueos. Pero al terminar la guerra, cuando todos los héroes regresaban a sus tierras, Ulises no pudo hacerlo. En su viaje de retorno se ganó el odio del dios del mar, Poseidón, al cegar a su hijo el cíclope Polifemo. Como castigo, el dios lo maldijo condenándolo a vagar por el mar bajo incontables amenazas e historias.
Ulises es un personaje que destaca por su inteligencia; Podríamos decir que por eso su figura se fue popularizando aún más incluso con el paso de los siglos. Durante la Ilustración, su figura se resignificó como emblema del hombre racional que se enfrenta al caos místico mediante el pensamiento. Más tarde, con la consolidación del capitalismo, el héroe itacense encarnó la astucia del individuo moderno, navegante del mercado y del mundo. Ulises ya no regresaba sólo a su hogar: regresaba a sí mismo, convertido en símbolo de la autonomía y la supervivencia de un ideal.
Los símbolos están ligados a la tierra de la gente que los piensa; es por eso que La Odisea vuelve a nosotros como una pista de nuestra incapacidad de romper las cadenas del capitalismo. Porque La Odisea ya no es posible para nosotros: Ítaca no nos puede esperar porque jamás existió un hogar para el proletariado dentro del capitalismo.
Sin embargo, esta estructura narrativa se inserta en la melancolía de pensamientos políticos, no solo del fascismo, que evidentemente nos promete un retorno al hogar yendo a un futuro que mira al pasado, sino del propio marxismo y anarquismo, que caen en fórmulas nostálgicas y chovinistas de proyectos pasados que fracasaron. Es por eso que, aunque Ulises nos pueda caer muy bien y Christopher Nolan, muy al pesar de Ulises, le vaya a hacer una película, debemos explorar otros viajes del héroe que sí tienen una utilidad política más potente para la clase trabajadora.
Otros mitos, otros viajes del héroe, otros futuros
| Ashitaka lavando su brazo manchado por la maldición. |
Ashitaka es uno de los personajes principales de la película La princesa Mononoke . Este joven es un príncipe de los emishi que se ve obligado a partir hacia el oeste de Japón después de que un demonio ataca a su pueblo y le provoca una maldición en su brazo, la cual se va expandiendo en forma de mancha negra por todo su cuerpo y, según la sacerdotisa de su pueblo, lo matará sin remedio.
Una vez comprendido esto, Ashitaka huye hacia el oeste para encontrar una casi imposible cura a su maldición, en un acto de cualidad humana donde se autodestierra para proteger a su gente de sí mismo. Este planteamiento es totalmente diferente al de Ulises. Ashitaka parte, se autodestierra, huye del hogar hacia lo desconocido, hacia lo que teme, hacia el enfrentamiento con la muerte. Es este acto de valentía el que acaba llevándolo hacia un bosque primigenio, muy alejado de su hogar, donde contacta con dioses antiguos y con un conflicto entre la naturaleza y lo humano que lo cambiará para siempre, pero que no le permitirá volver atrás.
| Ashitaka apunto de ser asesinado por San, La princesa mononoke. |
No hay mejor viaje del héroe que el de Ashitaka: un viaje sin retorno que rompe con la odisea clásica del héroe que desea regresar. Un viaje por sobrevivir encontrando algo nuevo. Un viaje que nos hace falta hacer ahora más que nunca bajo este mortuorio capitalismo.
Otro ejemplo sería Alicia en el país de las maravillas , una heroína que no parte por necesidad ni por mandato, sino por curiosidad o casualidad. Alicia no busca regresar a casa ni cumplir una misión heroica; lo que le pasa es que cae accidentalmente en otro mundo, un mundo donde las reglas de la razón, del tiempo y de la identidad se disuelven.
| Ilustración Arthur Rackham sobre Alicia en el país de las maravillas. |
Su viaje no es de conquista, ni de tener un objetivo concreto, ni de retorno, sino de desorientación, de pérdida del yo. Mientras Ulises se define por su astucia y Ashitaka por su sacrificio, Alicia se construye a través del desconcierto, del absurdo y del juego con lo diferente. Aquí hay un germen postcapitalista incluso más potente.
En este sentido, su viaje puede leerse como una metáfora del pensamiento moderno: el sujeto —es decir, nosotres y nuestras cabecitas pensantes— ya no domina el mundo, sino que lo atraviesa sin comprenderlo del todo. No hay regreso triunfal a Ítaca, sólo un despertar ambiguo, sin certezas.
Este es el viaje del héroe en su versión más contemporánea: la caída en lo imposible, donde el aprendizaje no consiste en volver, sino en aceptar que no hay hogar al que regresar. Queda entonces claro que como Ashitaka y Alicia no debemos buscar un hogar perdido, sino construir uno que aún no existe.
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