Mito, lux, mercancía

 Mito, lux, mercancía

Portada editada a partir de la portada original del disco LUX.
Todo el mundo habla de ello, de su canción, de su estética, de su talento, de su estrategia. Sin embargo, creo necesario poner pie en pared frente a la marabunta y preguntarnos el significado de todo ello dentro de una historia y un tiempo concreto, el nuestro, que no es otro que el tiempo del realismo capitalista.
Somos hijos de nuestro tiempo y Rosalía, por muy hija de dios que se autoperciba, es igualmente esclava de la historia. Por tanto, sobre Rosalía y su estética, me importa más bien cómo ella dialoga con el contexto histórico actual. En plena ola reaccionaria, donde el capital y su crisis arrasan incluso con las ficciones culturales de la modernidad y el neoliberalismo… nada es inocente, todo busca una salida en un laberinto cerrado que el realismo capitalista ha creado. Es posible que la cultura esté muerta, o al menos herida de muerte. Un síntoma de esto ya nos lo atisbó Fredric Jameson, cuando observó como la mercantilización y cosificación de toda expresión cultural en capital era tan potente que la cultura viraba hacia al pastiche; es decir hacia formas estéticas vacías de su temporalidad y su contenido: todo era espacio y forma; toda era dominación capitalista.
Frente a un panorama en crisis donde la meritocracia, el mito del progreso y la pantomima de la buena civilización occidental caen; en un periodo de proletarización y precariedad donde cada vez más estratos de las clases trabajadoras privilegiadas ven como el capitalismo nos ahoga, solo nos queda buscar una alternativa.
He aquí el primer problema para una cultura herida de muerte, una cultura controlada hasta sus cimientos por la lógica mercantil del capitalismo. Porque nos encontramos en una industria cultural con una estandarización tan específica y compleja que no deja entrar ni un ápice de subversión. La hegemonía material que el capitalismo impone con violencia, patriarcado, racismo y fascismo se traduce en un efecto ideológico desastroso: no tenemos capacidad de pensar temporalmente, no tenemos capacidad de no naturalizar las formas culturales, sociales e ideológicas capitalistas y no tenemos capacidad de mirar hacia adelante, hacia algo radicalmente nuevo; y eso es precisamente el salto cualitativo de la revolución subversiva en el arte.
En nuestra época no importa el talento o la complejidad de los elementos que se usan en una obra musical como la de Rosalía. No es eso lo importante, al menos a nivel político, lo importante es que dichos acontecimientos no tienen más relevancia que como una mercancía.
Aunque si bien es todo una mercancía, esta tampoco se libra de responder a las formas sociales e históricas, y no se libra tampoco de entrar en dialéctica con los procesos de cambio y crisis. Es por eso que la estética religiosa de Rosalía aún nos cuenta más.
Porque con ella, parece que volvemos irremediablemente al hogar pasado, al mito. Y para esto creo que es fundamental pescar en aguas de Marx y Spinoza. Estos dos se unen a través de la concepción de la idea de libertad. Para ellos, la libertad no es negativa, es decir, no es la ausencia de restricción, sino que, al contrario, debe entenderse de manera positiva. La libertad es la capacidad de los individuos para desplegar su potencialidad con respecto a las condiciones del ser humano como animal social.
Por tanto, la libertad se logra comprendiendo las condiciones materiales de la existencia, para entender la necesidad, para poder afrontar las pasiones (a través de la ciencia y la razón) y poder transformarlas.
Y actualmente esa comprensión está más lejos que nunca: como os decían antes, las promesas de abundancia del capital caen, la existencia se envilece, el “ser heideggeriano” se degrada, nuestro hogar material, ideológico y cultural está en crisis… ¿Cómo volvemos entonces a nuestro hogar? Mito, espiritualidad, esoterismo, estética religiosa en forma de carcasa mercantil.
¿Por qué? Porque en búsqueda de una salida frente a la crisis en un sistema que ha herido de muerte la cultura, a causa de su aplastante y violenta hegemonía material, solo mirar queda atrás… O eso nos creemos, tristemente.
Si no tenemos libertad y no tenemos las condiciones para poder generarla… la estética de la reacción lo acaba impregnando todo. Y esto no es algo personal en contra de Rosalía, es algo personal en contra del capitalismo, la burguesía y sus formas culturales.


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