Vejez y sociología: una mirada hacia la tercera edad

Vejez y sociología: una mirada hacia la tercera edad

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En la actualidad, el envejecimiento de la población es uno de los factores más característicos de las tendencias demográficas en todo el mundo. El aumento de los niveles de vida respecto a los siglos pasados, ligados a su vez a sendos avances en campos tecnocientíficos como la medicina, han propiciado que, en resumen, las personas vivan más años.

Sin embargo, y aunque es cierto que los países ricos tienen una población más envejecida que países en vías de desarrollo, el envejecimiento de la población ni mucho menos es una tendencia singular y única de los países ricos, sino que es un proceso global que ya en estos últimos 25 años se ha podido observar (por lo menos como tendencia inicial) en la mayoría de países del globo. Cabe destacar, que los países semiperiféricos y periféricos van a envejecer con una gran desventaja, ya que tendrán que enfrentar este proceso sin los recursos económicos que los países ricos han tenido y tienen para hacer frente al envejecimiento de la población.


La vejez y la necesidad de un replanteamiento sociológico

En primer lugar, la vejez como proceso social tiene evidentemente toda una serie de imaginarios colectivos y constructos sociales detrás, los cuales, están ligados a un conjunto de cambios biológicos relacionados inevitablemente con el paso de los años y la superación de etapas vitales. 

Asimismo, existen otros ejemplos de etapas vitales vinculadas a rituales repletos de símbolos y significados. Dichas ceremonias sociales tienen una función de aprobación y reafirmación de los ritos de paso; etapas socialmente establecidas que todo el mundo deberá pasar si tiene una vida "normal". Es decir, una normalización de elementos sociales.

Por ejemplo el bautizo, la comunión, la confirmación, las bodas, la celebración de los nacimientos, etc. Serían acontecimientos que están ligados a su vez a episodios vinculados al desarrollo biológico y a las connotaciones sociales que a cada etapa se le atañen: niñez, pubertad, adolescencia, juventud, adultez, etc. Además, muchos de estos ritos de paso están también traspasados por rituales religiosos, pues la esfera religiosa ha monopolizado (y sigue haciéndolo) en muchos países la simbología y los tipos de rituales/celebraciones de confirmación de etapas vitales.

Por otro lado, es interesante reflexionar sobre el concepto de vejez y las connotaciones negativas que se le atañen. Es cierto que la entrada a la vejez por parte de una persona significa una aproximación más cercana hacia la muerte. Es la última etapa de su vida. No obstante, paradójicamente el hecho de que haya llegado hasta esta etapa es ya de por sí positivo, pues ha conseguido vivir una vida larga. La subjetividad en este tema cobra cuotas muy altas, pues la muerte es la eterna posibilidad y la meta ineludible. Por tanto, aunque una persona mayor esté estadísticamente más cerca de morir que una joven, cualquiera en cualquier momento puede toparse con la muerte.

Sin embargo, sería absurdo negar que el factor que más caracteriza a la vejez desde un punto de vista objetivo/biológico es el deterioro físico a causa del envejecimiento celular que se produce en todos los seres vivos de la Tierra, incluidos homínidos como el Homo sapiens. Estos dos factores: el periodo físico y la aproximación hacia la muerte, hacen que la vejez esté rodeada de una percepción negativa. Pero, en realidad, existe otro factor que pesa aún más en las sociedades capitalistas actuales y, es que una persona que está en una etapa de vejez, en la gran mayoría de los casos no trabajará, o no lo hará por lo menos con la intensidad de una persona joven: el fantasma de la improductividad es el verdadero estigma de una sociedad que encuadra su estructura de valores en el razonamiento económico más frío del coste-beneficio.

Se habla de personas dependientes, personas que no se valen por si mismas… No obstante, la situación de dependencia de las personas mayores es muy diversa. Cabe añadir que en muchas sociedades cumplen una función social fundamental. Por ejemplo, en España, Italia o Grecia, países mediterráneos que comparten muchas pautas sociales, los abuelos y abuelas han cumplido una función de nexo, unión familiar y apoyo a los más jóvenes. No se puede entender la resistencia de la clase trabajadora frente a la crisis de 2007 que azotó a estos países mediterráneos más fuertemente que a otros países europeos con mayor poder adquisitivo sin el apoyo económico y social de los mayores hacia sus hijas, hijos, nietos y nietas.


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Además, en la mayoría de ocasiones se habla de la vejez como una problemática social: el coste de las pensiones, el coste sanitario de una población envejecida, etc. Sin embargo, se evita hablar de las problemáticas sociales de exclusión que las personas en etapa de vejez tienen que hacer frente: soledad, pobreza, falta de cuidados, etc. Parece ser que el neoliberalismo lo vuelve hacer, los problemas económicos se consideran colectivos pero las consecuencias sociales y "poco rentables" de la vejez solo se observan desde un punto de vista individual y, además, marginal. Es decir, quien pueda pagarse una vejez digna que lo haga, el que no pueda, evidentemente que se fastidie.

Ahora más que nunca las sociedades deberán hacer frente al abandono, la poca reflexión y el estigma que las personas en etapa de vejez tienen. Pues tarde o temprano muchos y muchas de nosotros llegaremos a dichos tiempos vitales y, por tanto, los cuidados, los servicios y el trato a dicho sector de la sociedad ya se ha convertido por pura lógica en un deber moral y además socialmente necesario ¿Qué retrato moral se presenta si una sociedad deja a sus ancianos y ancianas enfrentar la vejez en soledad, sin servicios, sin cuidados y frente al peligro de la exclusión social? Ya en la pandemia de la COVID19 muchos y muchas de ellas se han ido para no volver, las personas mayores como todo lo valioso en este mundo necesitan una concienciación social extra por sus particularidades como colectivo. No olvidemos que, aunque no sean tan productivos al estilo capitalista/económico como las élites querrían, siguen siendo personas con un bagaje extra adquirido gracias a las vivencias que les ha tocado recorrer.

En conclusión, las sociedades en general van a tender a envejecerse de manera global, las personas mayores van a ser un colectivo de riesgo cada vez más numeroso y, por tanto, de las sociedades depende dotar de herramientas y de entornos enfocados a la ayuda comunitaria hacia la vejez, poniendo la mirada en problemáticas como la soledad, la pobreza en la tercera edad o la falta de cuidados sociosanitarios. No se debe olvidar que cada persona que está leyendo este texto llegará a ser mayor y entonces se arrepentirá de cuando era joven y no dio la importancia que tiene la vejez como etapa vital que, aunque sea la última, tiene todo el derecho y la necesidad de ser puesta en el centro del debate social.



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