Espectros del capital
Espectros del capital
Fuente: Pexels |
Pero lo
sobrecogedor también puede estar en nosotros mismos, pues puede que no seamos,
tanto como solemos pensar, una parte diferenciada de aquella sustancia spinozista
que sobrepasa todo nuestro entendimiento e individualidad.
La cercanía de
lo lejano, así definía Georg Simmel la sensación que teníamos cuando nos
enfrentábamos a una figura extraña. ¿Y no será eso el sentimiento más
generalizado en el sujeto actual? La alienación más profunda, la marea más
autómata que nunca del capitalismo; zarandeando nuestra existencia al son de la
densidad de una luna espectral; una promesa eterna; una falsa revelación. Es
posible ver ese dual espectro en el napalm arrasando las calles de Trang Bang,
o en el hongo nuclear en el cielo de Hiroshima y Nagasaki, que, como un
espectro blanco como el mármol, tan solo deja las sombras de aquellos que
osaron verle de cerca.
Somos buscadores
de fantasmáticos significados que, posados sobre cosas que no deberían ocurrir
o cosas que no deberían estar ahí, nos recuerdan que la normalidad tan solo es
una ilusión de nuestra memoria fragmentada en un tiempo entrópico que nos sobrepasa.
Es el tiempo,
como dimensión subjetiva, la verdad tras la cortina de humo. Es el tiempo y la
esperanza de vivir fuera de él, o mejor dicho, en otro él, en otra variable
temporal, lo que nos impulsa a desear que se cumpla. Recuerdo siempre que las
conversaciones con mis amigos suelen girar alrededor de una ilusión: un lugar
seguro donde todo lo que nos acecha en estos albores de un capitalismo colosal
y cibernético se difumine a través de un principio valorativo fundamental: lo
común.
Desearíamos
estar en una cabaña en el bosque, desearíamos refugiarnos en el paisaje más
bonito y tranquilo, en una vida sencilla, en una vida anterior, o posterior, o,
simplemente, temporalmente diferente. Pero esos espectros, que, como veis, no
tienen por qué ser malos, sí que son a veces simples reflejos de lo que tenemos
delante. Pues el tiempo se construye, y si bien lo que observamos en lo
espeluznante nos parece en principio extraño, no debemos olvidar que en su
propio génesis está también la cualidad de ser posible.
Lo raro es
simplemente una frontera que marca con precisión el escalofrío de lo nuevo. De
nosotros depende no dejarle dichas posibles sombras espectrales al fascismo y
su caníbal apetito. Ya hubo otros fantasmas recorriendo Europa, totalmente
diferentes, los cuales dibujaron un horizonte emancipado que la clase
trabajadora puede aún observar en cada conversación con los amigos que la
componen.
Todas las redes de Sociología Inquieta: https://sociologiainquieta.taplink.ws/
Puedes ayudarnos para seguir ampliando el proyecto suscribiéndote al Podcast de Sociología Inquieta, por tan solo 0.99 al mes: https://creators.spotify.com/pod/show/soler29117/subscribe
Comentarios
Publicar un comentario