Daredevil: el superhéroe frente a la totalidad capitalista
Daredevil: el superhéroe frente a la totalidad capitalista
Cartel promocional de la serie de Netflix Daredevil |
Daredevil (Matt Murdock es su
nombre de civil) no es un personaje de cómic tan popular como pueden serlo el
Capitán América, Superman o Batman. Además, este héroe de Marvel, creado por
Stan Lee y Bill Everett en 1964, ha sufrido muchos cambios a lo largo de su
historia.
Sin embargo, en la actualidad, y a
raíz del cómic Born Again, escrito por Frank Miller y dibujado por David
Mazzuchelli en 1986, el personaje se ha ido recubriendo de una atmósfera
oscura, reflexiva y realista, la cual nos traslada, junto al superhéroe de la
Cocina del Infierno, al corazón de temas morales y sociales como la corrupción
política, la religión católica, el pecado o la justicia, haciendo ganar a este
personaje carisma y popularidad.
Además, esta semana se estrena su
nueva serie, llamada Born Again, basada en la obra mencionada en el
párrafo de arriba. Y aunque sé que estáis cansadas y cansados de los productos
sobre superhéroes, los cuales simbolizan la estandarización más banal de una
industria y de una cultura consumista volcada en la producción y el capital, os
aseguro que aproximarnos a la historia de este superhéroe con traje de diablo
valdrá la pena desde la crítica cultural.
Así que acompañadme para descubrir
a este demonio perteneciente a la working class neoyorquina.
Daredevil y el medio urbano como expresión del espacio social
Fotografía dirección hacia el norte entre las calles 47 y 48 a lo largo de la Novena Avenida con el Time Warner Center y el edificio Hearst a la izquierda. Autor: Roger Rowtlett (15/06/2016) Fuente: Foto por cartel |
Sin duda, uno de los encantos de
este superhéroe, al igual que otros héroes callejeros como Spiderman, Luke Cage
o Elektra, es su relación con el medio urbano. Las tramas de los superhéroes
urbanos se localizan dentro de determinadas ciudades. Además, no suelen
centrarse en la clásica problemática de salvar el mundo, sino que nos cuentan
historias que transcurren en un espacio urbano concreto (como un barrio o una
zona de la ciudad). De esta forma, se nos hace más fácil identificarnos con
ellos de una manera real.
Matt Murdock no se dedica a salvar
el planeta Tierra de alienígenas todopoderosos, así que, mientras Los
Vengadores y compañía salvan el universo, Daredevil salva a las personas que
viven en el barrio que lo vio nacer, crecer y en el que sigue viviendo. En
consecuencia, Daredevil es un auténtico superhéroe de barrio, concretamente el
protector de Hell’s Kitchen (La Cocina del Infierno), situado en Nueva
York.
En Daredevil, la
arquitectura urbana pasa a tener un simbolismo profundo, pues las iglesias, los
tonos oscuros y los callejones sin salida contrastan muchas veces con las
grandes mansiones de villanos como el capo mafioso Kingpin o el propio juzgado
donde Matt Murdock realiza su trabajo de abogado.
Matt proviene de una familia
humilde y monoparental, donde su padre, que era boxeador, lo educa lo mejor que
puede en los valores católicos, la no violencia y la ayuda a los demás como
deber moral. El padre de Matt Murdock acaba siendo asesinado por unos mafiosos
al no dejarse vencer en un combate de boxeo amañado.
Desde ese momento, y a través del
entrenamiento que recibe del maestro ciego de artes marciales Stick, Matt se
irá convirtiendo en el superhéroe Daredevil. A su vez, se irá formando como
abogado en la Escuela de Derecho de Columbia, donde conoce a su mejor amigo y
compañero de aventuras judiciales, Foggy Nelson. La historia de Daredevil es
una historia corriente sobre un mundo terrenal: alguien que ha tenido que
labrarse un futuro, estudiar y esforzarse mucho para conseguir un empleo y
mantenerse a flote. Daredevil es un superhéroe de clase obrera, al igual que
Peter Parker (Spiderman), y representa unos cánones muy diferentes respecto a
Batman (un multimillonario obsesionado con el crimen de la ciudad donde vive).
Así que, si a sus orígenes humildes
se le añaden unos poderes muy concretos (que suplen una diversidad funcional,
es ciego), nos queda un personaje de lo más interesante: un joven huérfano, de
barrio humilde, que se ha esforzado para sacarse su licenciatura en Derecho y
que, además, a causa de un producto radioactivo (el cual causa su ceguera),
desarrolla supersentidos, sobre todo el oído, creando una especie de sonar de
ecolocalización que, en cierto modo, le permite ver la realidad de una manera
muy diferente a los demás.
De esta forma, tanto en los cómics
de Marvel como en la serie de Netflix, es bastante común ver a Daredevil por
las azoteas de la Cocina del Infierno escuchando y sintiendo todas las
plegarias, voces, llantos y conversaciones del barrio que lo ha visto nacer. En
cierto paralelismo con sus creencias religiosas (es católico), Matt Murdock
acaba teniendo el poder de escuchar las plegarias de la gente; no obstante,
está muy alejado de ser un dios.
Los espacios urbanos, desde las ciencias
sociales, se entienden como espacios vividos, es decir, como lugares que cobran
sentido a través de las relaciones sociales que ocurren en su interior. Por
tanto, Daredevil, al no poder ver la ciudad de manera visual, accede a ella a
través de la propia voz colectiva de las personas que la componen. Matt Murdock
es un personaje que, para entender, tiene que escuchar y, por tanto, eso lo
hace una persona mucho más reflexiva y comprensiva, pues las problemáticas
sociales (como bien saben los científicos sociales) muchas veces nos dan gran
cantidad de información en los discursos.
Además, añadiendo una reflexión
sobre la serie Daredevil de Netflix, encontramos un gran juego
comparativo en la fotografía y el simbolismo de los planos utilizados respecto
a los villanos y los héroes. Por ejemplo, el villano principal, Wilson Fisk
(Kingpin), un millonario, gánster y político que controla jueces, prensa y
policía, es un auténtico arquetipo de capitalista malvado y supremo. En la
serie, se nos muestra siempre a plena luz del día, en grandes mansiones,
siempre elegante, con traje, sin esconderse, en planos nítidos y amplios (por
lo menos en la primera temporada).
Kinping en la serie Daredevil, emitida en Netflix |
Por otro lado, de manera
paradójica, los héroes, aquellos que intentan salvar la ciudad y a la gente que
vive en ella de la corrupción, la pobreza y el crimen, siempre actúan de noche,
en lugares poco glamurosos y oscuros; suben por escaleras de incendios, duermen
en cuartos pequeños y desordenados. La serie de Daredevil nos expresa a
través del urbanismo la lucha de poder y los diferentes estatus de los villanos
ricos y poderosos (Kingpin) y los héroes pobres (Murdock).
Pero vayamos más allá. El
capitalismo tardío, la modernidad o la posmodernidad, e incluso este debate
epistemológico, se puede ver en una historia como esta. De hecho, se perciben
bastante bien por una sola razón: la importancia del espacio.
El filósofo marxista Fredric
Jameson nos advierte sobre cómo la cultura, la economía y la política son
distintos reflejos de una misma estructura: el capital. La ideología, por
tanto, no es más que un reflejo de cómo nos relacionamos productiva,
reproductiva y económicamente en una sociedad. Sin embargo, en la cultura,
desentrañar esto se nos vuelve profundamente complejo.
En ocasiones, la dialéctica oculta
en un producto cultural es negativa. Tenemos que buscar su verdadera
comprensión a través de la ausencia. Y en Daredevil hay ausencia de dos
cosas: de esperanza a largo plazo para trascender a una sociedad mejor y de
organización política.
Es por ello que, aunque el
superhéroe no sea un absoluto narcisista o un fascista, como en otros muchos
productos, su solución individualista y violenta frente a la violencia del
propio sistema lo hace estar encerrado en el realismo capitalista.
Daredevil vive en un eterno
retorno, pues tiene que lidiar con los traficantes de drogas, las mafias, la
precariedad y la miseria de su barrio, así como con un sistema judicial (es
abogado) que representa a aquellos capitalistas que se nutren de dicha violencia,
o incluso que la dirigen, como el mafioso y político Kingpin.
En este contexto, Daredevil encarna
la lucha contra un sistema que ha permeado hasta la última fibra de la
sociedad, donde la corrupción, el crimen y la desigualdad no son simplemente
desafíos individuales, sino expresiones de una totalidad inabarcable que hace
que la clase trabajadora se resquebraje en una modernidad tardía, quizá ya
trascendida hacia una época distinta.
Daredevil, como héroe callejero,
representa una figura que no tiene el privilegio de operar en los espacios
globales donde se desarrollan las narrativas de los superhéroes convencionales.
No viaja por el multiverso ni combate amenazas intergalácticas; su lucha es
local, concreta y profundamente arraigada en la cotidianeidad de la clase
trabajadora y su espacio predilecto, el barrio.
Esto lo convierte en un símbolo de
resistencia dentro del espacio urbano, un entorno en el que, como Jameson
señala, la fragmentación y la reconfiguración del capitalismo han transformado
la experiencia del tiempo y el espacio hacia una totalidad avasallante y
violenta que nos rodea con grandes sombras difíciles de comprender.
El
superhéroe de clase trabajadora en la modernidad
La ciudad de Nueva York desde la ventana de un ferri |
La modernidad trajo consigo una
promesa de emancipación: el avance tecnológico, la industrialización y la
racionalización del mundo debían abrir un horizonte de posibilidades para las
clases trabajadoras. Sin embargo, el capitalismo ha traicionado esa promesa,
generando un espacio de precarización, desigualdad y alienación. En este
sentido, Daredevil refleja la crisis de la modernidad: es un personaje que
encarna la contradicción entre la lucha por la justicia y el sometimiento a un
orden legal que perpetúa las mismas injusticias que intenta erradicar. Como
abogado, trabaja dentro de una estructura que aspira a la justicia; como
justiciero, reconoce la futilidad de esa aspiración dentro del sistema y
recurre a la acción directa.
Desde la teoría de Jameson, podría
decirse que Daredevil es una figura atrapada en la "nostalgia
estructural" del capitalismo tardío. Su anhelo de justicia lo conecta con
una memoria histórica de lucha social que la ideología dominante intenta
suprimir. En ese sentido, su propio cuerpo se convierte en un campo de batalla
entre la resignación y la acción. Al igual que las novelas realistas del siglo
XIX documentaban las transformaciones del capitalismo temprano, Daredevil
representa la imposibilidad de un afuera en el capitalismo tardío: no hay un
lugar desde donde desafiar al sistema sin estar inmerso en él.
Consecuentemente, Daredevil vaga
por sucios callejones, donde mendigos y drogadictos se agazapan en los
contenedores metálicos; donde en las escaleras de incendios, los ruidos de la
ciudad le proporcionan un mapa social de todo el entramado de su barrio: los
llantos, los insultos en cada casa, los trapicheos en cada esquina, el olor de
la comida barata y aceitosa de los puestos de hamburguesas. Daredevil está
preso de la totalidad. Es siempre un ser acorralado, ya no solo por la época de
derrota política en la que vive, sino por tener la capacidad, ya no solo
racional, sino directamente sensitiva de percibir lo sistémico. Matt tiene la
capacidad de escuchar casi todas las conversaciones de su barrio desde donde
está, de oler prácticamente cada porción de la Cocina del Infierno, de saber
qué persona miente, tiene miedo, está contenta o está furiosa al poder escuchar
sus latidos y su tensión arterial. Matt Murdock es un personaje de la clase
trabajadora neoyorquina, que ve toda su realidad, intenta enmendar los errores
sistémicos, pero pierde. Y pierde por dos razones: porque está solo y porque no
confía en una alternativa sistémica que cambie la vida del barrio que tan bien
puede escuchar.
Además, el urbanismo en Daredevil
también responde a la lógica de la totalidad capitalista. La Cocina del
Infierno es un espacio de lucha, un microcosmos donde el poder se ejerce de
manera brutal y donde la ciudad no es solo un escenario, sino una
materialización de las jerarquías sociales. La arquitectura, como menciona
Jameson, no es neutral; refleja la dinámica del capital y las relaciones de
clase. El contraste entre los espacios de los villanos y los héroes en la serie
de Netflix ilustra esta división: Kingpin habita espacios abiertos, lujosos,
iluminados, mientras que Daredevil se mueve en la oscuridad, en espacios
confinados, oculto en callejones y azoteas.
Así, Daredevil se inscribe
dentro de la crítica jamesoniana al posmodernismo: si el modernismo aún buscaba
una utopía, el posmodernismo nos deja atrapados en un presente perpetuo, donde
la historia es borrada y la resistencia parece imposible. Sin embargo, la
propia figura de Daredevil sugiere una posible salida: la lucha por recuperar
la historicidad, por reinsertar la memoria en un mundo que insiste en
disolverla en el simulacro del presente. Daredevil no es un héroe convencional,
sino un testigo de la crisis de la modernidad y un recordatorio de que, a pesar
de la totalidad sistémica del capital, la resistencia sigue siendo posible.
Pues, aunque podemos ser totalmente
críticos sobre el tufo liberal de la ideología de esta obra, muchos personajes
esconden pequeños focos de resistencia en ámbitos sistémicos, como periodistas
que ayudan a Daredevil para intentar condenar al político y mafioso Kingpin, o
como el propio Daredevil y su compañero Foggy Nelson, que ayudan de manera
gratuita a gran parte del barrio a nivel legal para hacer frente a la
gentrificación y los problemas de precariedad que afectan a sus vecinos. La
historia vuelve a ellos, y la quieren destapar, quieren ponerles nombre y
apellidos a los culpables del sufrimiento de la clase trabajadora, pero de
manera individual no se puede. Para eso, para hacer tal hazaña de manera
efectiva, hace falta una organización comunista y obrera.
Daredevil, la contradicción humana y el catolicismo
Imagen promocional de la serie Daredevil de Netflix |
Si hay algo que nos hace humanos es
la contradicción. A lo largo de nuestra vida, nos juzgamos a nosotros mismos y
comparamos nuestros actos con nuestra moral, aquella que nos han inculcado y
que consideramos correcta o incorrecta.
Matt Murdock es la personificación
de la contradicción: abogado de día, justiciero de noche. Su objetivo es
subsanar las fallas del sistema legal al que él mismo pertenece. Sin embargo,
nunca lo logra del todo, pues la justicia responde a una clase social de la que
él no forma parte. Por mucho que intente corregir el sistema, los burgueses
como Kingpin siempre encuentran la forma de salir impunes. Y en el proceso,
muchas veces terminan hiriendo o casi matando a Daredevil.
A pesar de ello, Daredevil sigue un
código ético estricto: rara vez mata a sus adversarios. Su enfoque es
detenerlos y entregarlos a la justicia, confiando en que su alter ego hará lo
posible por condenarlos legalmente. Además, Murdock es un católico practicante
que por las noches adopta la apariencia de un diablo para luchar contra el
crimen. Su fe lo lleva a cuestionar constantemente sus acciones, pero la
contradicción es mutua: Daredevil también desafía su educación religiosa.
En múltiples ocasiones, Murdock no
comprende el sufrimiento de la ciudad ni el de su propia vida. Esta lucha
interna se expresa con claridad en el cómic Diablo Guardián, cuando se
dirige a Dios en estos términos:
Afortunadamente, la
ciudad está en silencio esta noche. Me da tiempo para pensar. Y lo que estoy
pensando ahora no es bonito.
No me harías esto,
¿verdad? ¿No he sufrido ya suficiente en mi vida para que ahora me arrojes en
medio de esto?
Oh, ahora estoy
seguro de que existes... existes para proporcionar una serie infinita de
angustias y tormentos... y los arrojas en mi camino para ver cómo reacciono.
Estoy harto de
seguir tu juego... veamos cómo reaccionas tú a este...
Aunque su vida y su fe católica
están en constante tensión, sus valores (ayudar al prójimo, sacrificarse por
los demás, creer en la justicia y la bondad) lo convierten en un personaje de
gran fortaleza, capaz de enfrentar cualquier adversidad.
Por otro lado, aunque el
catolicismo suele asociarse con el poder, la corrupción, el conservadurismo y
otras perversiones, Daredevil nos invita a reflexionar sobre el lado positivo
de sus valores. Estos principios lo hacen una mejor persona, aunque también lo
sumen en la alienación y la confusión, pues la realidad que enfrenta a diario
revela la falsedad de las narrativas religiosas. Su contradicción es la misma
que experimentan muchas personas atrapadas en creencias y dogmas que terminan
erosionándose o instrumentalizándose en la trituradora del capitalismo.
En definitiva, Matt Murdock no es
un héroe con grandes superpoderes ni historias que salvan al universo. Pero su
humanidad, sus contradicciones, su conciencia de clase, su sentido de la
justicia y su continuo cuestionamiento moral lo convierten en el superhéroe
ideal para proteger tu barrio. Por lo menos, eso sí, hasta que el sindicato de
vivienda se funde.
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